Una mujer chilena frente al Holocausto

Columna del rabino del Círculo Israelita de Santiago, Ariel Sigal, publicada en el Diario El Mercurio el 27 de enero de 2015, día que se conmemoran los 70 años de la liberación del campo de concentración Auschwitz-Birkenau

 
La muerte es inherente a la humanidad, y no existe individuo que no se intimide ante la expiración de nuestra especie. Si esa muerte es producto del genocidio y el terror, el dolor se acrecienta junto al malestar de nuestra incapacidad de resistir. Cuando las almas son arrancadas cobardemente, el silencio aplaca y el holocausto comienza.
 
Sólo unos pocos logran reaccionar y romper barreras étnicas, religiosas, culturales y socioeconómicas para comprender que la sangre humana cotiza de igual manera en cualquier lugar del mundo. Quienes empatizan a tiempo y suman el coraje disminuyen el dolor colectivo, porque minimizan la tragedia. Hablemos de héroes altruistas dispuestos a perderlo todo, porque los mártires aún duelen.
 
María Edwards McClure de Errázuriz es un orgullo no sólo para sus nietas Bárbara, Solange y María Victoria, sino para todo Chile. Junto a dos personas de Brasil y una de Ecuador, son los únicos cuatro “Justos entre las Naciones” de todo Latinoamérica que recibieron distinción por su labor durante la Shoá (Holocausto). A través de ella nos elevamos como nación al comprender que entre nosotros hay quienes pregonan valores decorosos. María es un ejemplo para el Museo oficial de víctimas de la Shoá enYad Vashem, pero también para el gobierno Francés, que la condecoró con la medalla de honor “Caballero de la Legión de Honor”, como distinción máxima que estima el país por su heroica labor.
 
Ella nació en una familia católica en Chile que no es perseguida, pero ese no es argumento para dejar de involucrarse. María contrajo nupcias con el joven empresario Guillermo Errázuriz Vergara, miembro de una de las más prominentes familias de Viña del Mar. La joven chilena enviudó a temprana edad, y su dolor por su corta historia de amor la lleva a radicarse en París en los años 30. Como trabajadora social, se brinda profesionalmente al Hospital Rothschild, en la ciudad. Su rol la lleva a tomar decisiones vitales para salvar la vida de pacientes judíos a partir del año 1942. No le fue fácil. Los alemanes rodearon su hospital con alambres de púas. Nadie salía, nadie entraba. Los pacientes eran enviados al campo de tránsito de Drancy (1941-1944) y de allí seleccionados para los campos de exterminio.
 
El 16 de julio de ese mismo año, y por la mañana, Betty Friedman, de tan sólo 8 años, fue detenida junto con su madre y su hermano menor, Marcel, de cuatro años. El papá ya había sido deportado, y aunque no lo sabían, ya había sido asesinado. Los tres fueron enviados al Hospital donde trabajaba María. Marcel se infectó de sarna, y Betty, con la obvia madurez que no comprendemos de los 8 años, no deja solo a su hermanito un instante, por lo que también termina infectándose. Al estar en el área de pacientes contagiosos, podían visitar a su madre muy de vez en cuando. Un día se encontraron con la cama vacía. Hoy sabemos que luego de ser curada pasó por Drancy y, finalmente, Auschwitz, donde fue cruelmente asesinada.
 
La tía María organizó la fuga de los huérfanos niños Betty y Marcel. En horas de apremio los sanó, los protegió, los escondió y, así, les dio una nueva oportunidad de vivir. Disimulándoles el estatus de perseguidos, los envió a Moulinet, hasta la liberación. Acataron a la perfección la instrucción de comportarse como cristianos. María puso en riesgo su carrera y su vida, rodeada de alambres de púa y oficiales nazis armados, con la adrenalina de hacer lo humanamente correcto en el contexto de lo políticamente incorrecto. Betty y Marcel aún agradecen el apoyo y la obstinación de María. Desde el 27 de octubre de 2005, un árbol lleva su placa en el museo de Jerusalén, exaltando su carácter de heroína. No somos números, somos historias de vida. En cuanto valoramos esta, dejamos de ser meramente “seres”, para tornarnos en “humanos”.
 
La ONU eligió el 27 de enero como el Día Internacional de Conmemoración de las víctimas del Holocausto. En este día de 1945, el Ejército Soviético liberó a los presos del campo de concentración de Auschwitz, en el sur de Polonia. La fecha propone un ejercicio educativo con el fin de evitar masacres y dolor, para revitalizar los derechos humanos y reencontrarnos con el fin más sublime de nuestro mundo. Hoy, once Jefes de Estado europeos -entre ellos, el de Alemania, Francia, Polonia, Austria, Bélgica, Holanda y Ucrania- han confirmado su presencia en la conmemoración del 70 aniversario de la liberación del campo de exterminio. Hoy, desde este lugar, resaltamos la sensibilidad, heroísmo y convicción. Ahondamos en el ejemplo de María y pregonamos valores humanos para sostener nuestra voz como nación, y prometernos un futuro esplendor.