Mark Ludwig y la música en Terezin

Invitado por el Museo Interactivo Judío, MIJ, el Director de la Terezin Music Foundation, Mark Ludwig, ofreció una charla el pasado 25 de septiembre sobre la música en Terezin, y cómo ésta expresaba las penurias y las vivencias de los prisioneros del campo. Se refirió, también, al valor artístico que tienen las composiciones que se realizaron en el lugar y que, contra todas las expectativas, se conservaron después del término de la Segunda Guerra Mundial.
 
La historia parece sacada de una película de Hollywood. Pero no es ficción. El campo de concentración de Terezinn (Theresienstadt, en alemán) establecido por las SS en el Protectorado de Bohemia y Moldavia, era un lugar de paso hacia los campos de exterminio. Su objetivo era, como el de toda la máquina de exterminio nazi, el genocidio de los judíos. Sin embargo, una particularidad lo hizo pasar a la historia por una razón distinta. A diferencia de los otros campos de concentración del Tercer Reich, éste no tenía una prohibición sobre la música. Pasó a la historia como un “campo musical”, donde se concentraron una importante cantidad de compositores y músicos judíos -al punto de tener su propia banda de jazz, “Ghetto swingers”- y en donde la música fue parte central de la vida de los prisioneros.
 
Como se señala en el sitio web “La música y el Holocausto” (http://holocaustmusic.ort.org/es), un proyecto de ORT, “una gran cantidad de artistas judíos e intelectuales estaban encerrados allí porque el campo cumplía la función de “gueto antiguo” y de “campo de espectáculos”. Además, las autoridades del campo, después de una breve prohibición inicial, oficialmente les permitieron a los prisioneros que tuvieran instrumentos musicales y así dieron lugar a una gran variedad de actividades culturales, musicales y artísticas. Si bien en el análisis final quedó evidente que esto ocurría con fines propagandísticos, les dio a los reclusos la extraordinaria posibilidad de que crearan cultura para sí mismos”.
 

El arte como forma de supervivencia

 
Pareciera ser mientras para los judíos la música era una forma de supervivencia, para los nazis era un instrumento para disfrazar o maquillar el exterminio.
 
-Los nazis cooptaron la música como una herramienta de propaganda. Para los compositores, los músicos y también para los otros prisioneros la música fue una forma de supervivencia, una expresión de resistencia y de esperanza, y también creo que en algunos casos fue utilizado para expresar sus experiencias y vivencias, desde un punto de vista emocional. E hicieron lo que grandes compositores han hecho, encontraron en la música una expresión de sus almas y como una ventana hacia sus vidas.
 
¿Cuál es la labor de la Fundación Terezin, que Ud. dirige?
 
-Es una organización sin fines de lucro que tiene como misión preservar la música de los artistas que perecieron en el Holocausto, y eso lo hacemos a través de conciertos, charlas y publicaciones, y también a través de programas educacionales. Realizamos esto principalmente en Estados Unidos y Europa, pero ocasionalmente tenemos actividades en América Latina. Y creemos que el poder de la música es que nos permite darnos cuenta de cuán importante son las artes y también cómo nos desafían a mirar el mundo en el que estamos viviendo, en términos de la censura y los Derechos Humanos. Entonces hay lecciones que aprender y que explorar.
 
¿Cómo pudieron conservarse las partituras y la música durante el Holocausto, en medio de toda esa destrucción?
 
-Algunas fueron destruidas, otras se perdieron, pero hay un corpus de trabajo que se conservó porque se escondió; si los compositores hubieran llevado con ellos su música a Auschwitz, tampoco habría sobrevivido.
 
Ud. ha tenido la oportunidad de interpretar esta música, ¿cree que las notas de estas piezas musicales contienen parte del espíritu de los músicos que las crearon?
 
-La música transporta el espíritu, pero también cuando interpretas esas piezas desarrollas una relación con ellas, y también con los compositores y la historia de cómo fue compuesta esta música. Entonces te llega en muchos niveles, puede causar dolor y también puede ser muy inspirador.
 
(Entrevista realizada por La Palabra Israelita)